jueves, 2 de octubre de 2014

Contra la arquitectura moderna, un vivo ejemplo de la decadencia de la sociedad.

Una de las cosas más tristes de la globalización, es sin duda, la uniformidad y la perdida de las identidades nacionales; y esto lo podemos ver también en la arquitectura, no se a vosotros pero a mi se me parte el alma viendo los boñigos horripilantes que se van construyendo.

Un boñigo, un edificio realmente feo, es un centro de día situado en Vinaroz... Parece que el Nuevo Orden Mundial además de incultos nos quiere ver aglomerados en una especie de granja.

La arquitectura moderna es sinónimo de decadencia, de una sociedad que ha dejado de lado la belleza, esa que en una persona culta (Y debemos luchar para conseguir una sociedad de personas libres y cultas) la transporta a otro mundo, la rebosa de alegría, incluso le sube el animo, una sensación inexplicable.

El hospital provincial, uno de los edificios más bellos de Castellón de la Plana.

Si la sociedad fuera más culta, si la sociedad aspirara a la belleza, otro gallo cantaría, o cambiamos el rumbo y conseguimos un renacer cultural o la carencia de personalidad y la uniformidad, esa dictadura global aplastante nos llevará a una era insoportable, de personas-borregos convertidos en máquinas sin personalidad.

La arquitectura es parte de lo que somos, es parte de nuestra identidad nacional.

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